Bolivia, Desafíos 2021
BOLIVIA:
DESAFIOS 2021
Oscar Ortiz Antelo*
Bolivia enfrentará numerosos
desafíos durante el 2021, que nuevamente pondrán a prueba la capacidad de
resistencia a las adversidades de su población, la funcionalidad de su reducida
capacidad estatal, la vigencia de su democracia frente al retorno al gobierno
de un partido con mentalidad autoritaria y la resiliencia de su economía,
reducida a pequeños sectores productivos y sometida a un modelo retrógrado de
intervencionismo estatal.
El principal desafío será
enfrentar la segunda y la tercera ola de la pandemia del COVID19. A diferencia
de marzo de 2020, cuando se confirmaron los primeros casos en el territorio
nacional y se adoptaron medidas de cuarentena rígida, hoy se tiene mucha más
información y debiera aprenderse de la experiencia internacional y de la
propia. Sin embargo, la segunda ola está causando mayores daños en los países
más desarrollados y en el nuestro se están demorando las medidas preventivas
por priorizar el cálculo electoral. La falta de una actuación oportuna puede
costar cientos o hasta miles de vidas.
Enero y febrero serán
terribles en materia sanitaria y aún tendremos pendiente enfrentar el invierno.
Encontrar el equilibrio entre salud y economía continuará siendo la pregunta
del millón, en una sociedad donde el 80% de la población se gana la vida desde
la informalidad. Seguramente no será posible volver a una cuarentena rígida por
las penurias económicas que causa, pero se deben adoptar otras medidas como
evitar las aglomeraciones, entre ellas las campañas electorales. Postergar las
elecciones por unos 60 días es una imperiosa e impostegrable necesidad.
Para enfrentar la pandemia
necesitamos desarrollar una capacidad de respuesta estatal, en los tres niveles
del Estado, que atienda las necesidades sanitarias de la población, frente a un
sistema de salud precario y abandonado por décadas. Lo mejor que tenemos son
nuestros recursos humanos, médicos, enfermeras y especialistas complementarios.
Sin embargo, un sistema contradictorio de autonomías sometidas a la
concentración centralista de recursos económicos, priva a nuestros profesionales
y trabajadores de la salud de las condiciones, equipos e insumos necesarios
para enfrentar la pandemia. La utilización de la pandemia para fines
propagandísticos/electorales y un régimen de compras estatales proclive a la
corrupción, continuarán obstaculizando los mejores esfuerzos contra el COVID19.
La democracia se debilitará aún
más. Los fallos de la justicia, a medida de los intereses del nuevo gobierno,
similares interpretaciones constitucionales, la intervención política por parte
del partido oficialista sobre las FFAA y el silencio de buena parte de quienes
hasta hace pocas semanas eran activos participantes del debate público, son
claros ejemplos de la fragilidad del Estado de Derecho y de la falta de
garantías a las libertades ciudadanas.
A pesar de la gravedad de la
COVID 19, la economía es la principal preocupación de cada familia boliviana.
Ya venía mal desde que el 2014, cuando comenzaron a caer los precios
internacionales de las materias primas y las bases del modelo de desarrollo evista
mostraron sus pies de barro. El impacto económico de los conflictos causados
por el fraude electoral del 2019 y las consecuencias del confinamiento
sanitario del 2020, golpearon aún más a la economía en su conjunto El retorno a
un estatismo de empresas inviables, el incremento de impuestos, la prohibición
de exportaciones y regulaciones de carácter confiscatorio, no nos conducirán a
la reactivación, sino que nos encadenarán a un modelo que nos aleja del desarrollo
sostenible y nos atrapa en una ilusoria economía de consumo informal.
Personalmente soy pesimista
sobre lo que depara el 2021 para los bolivianos. Dependerá de una sociedad
civil activa y movilizada que se generen los equilibrios necesarios para evitar
los abusos y corregir los errores de los gobernantes.
*Ha sido senador y ministro de
Estado.
Publicado originalmente en Página Siete el 5/01/2021
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