TRAMPAS ECONOMICAS
TRAMPAS
ECONOMICAS
Oscar Ortiz Antelo*
Bolivia está entrampada
económicamente, décadas de populismo, estatismo y centralismo constituyen
barreras estructurales para su desarrollo económico. No son las únicas trampas,
los 14 años de gobiernos de Morales no solo que reforzaron las trampas estructurales,
sino que crearon nuevas, como leyes que ahuyentan la inversión, prohíben las
exportaciones y generan inseguridad jurídica u otras normas y políticas que han
generado un déficit que tiende a volverse estructural, un tipo de cambio fijo o
la prohibición de los transgénicos. EL MAS no solo no diseñó un nuevo modelo de
desarrollo, sino que profundizó los obstáculos para el progreso económico y
social de Bolivia
Veamos el caso del tipo de
cambio fijo. Después del trauma de la devaluación y la hiperinflación que se
sufrió durante la UDP, al país le había costado años superar los temores de la
población frente a oscilaciones en el tipo de cambio, lo cual se había
conseguido mediante el bolsín, moviendo unos centavos todos los meses sin que
nadie se alarmara. Al entonces ministro de economía y hoy presidente, se lo
ocurrió fijarlo en noviembre de 2011, por una decisión discrecional. Casi una
década después, las reservas han bajado de 15.000 a 5.000 millones de dólares,
sin que sea claro cómo enfrentar esta situación sin que se descontrole.
Distintas normas en el sector
de hidrocarburos han inviabilizado el desarrollo de nuevas reservas porque no se
diferencia el tratamiento tributario entre campos nuevos y antiguos, entre
campos de petróleo o de gas, por ejemplo. Resultado, el país sigue consumiendo
las reservas de los campos que se desarrollaron en los años noventa, las cuales
se acabarán en esta década y Bolivia va perdiendo una de sus principales
fuentes de ingresos y pasando de exportadora a importadora de hidrocarburos.
En minería, donde sí se aprobó
una nueva ley, no nos ha ido mejor. Hace más de 15 años que el país no tiene
ningún nuevo desarrollo minero importante, ni se ha realizado ninguna
exploración destacable en este periodo. Mientras que los pocos grandes
yacimientos con los cuales contamos también se agotarán en la presente década,
nos encontramos a 20 o 30 años del próximo gran desarrollo minero, el cual aún
no hemos comenzado a buscar.
El otro gran sector
productivo, el agropecuario, ha sido frenado por la inseguridad jurídica de una
ley que establece que la función social de la tierra se verifica cada dos años,
con lo cual no existe derecho propietario sobre la tierra sino un préstamo
temporal sujeto a la fiscalización arbitraria de las comisiones del INRA.
Adicionalmente, se prohibió la exportación de los principales productos
alimenticios, eliminando los pocos incentivos que tiene este sector para crecer,
siendo el principal empleador de la economía nacional. Por si faltara
limitaciones, se prohibió el uso de tecnología genética, incluidos aquellos
productos como la soya y el arroz, de los cuales no somos originarios, e
incluso en aquellos en los que somos originarios se los prohíbe para el
conjunto del territorio, cuando el lugar de origen está limitado a ciertas
áreas. Resultado, importamos cientos de millones de dólares en alimentos que
podríamos producir, tales como la papa y el maíz.
Además de haber inviabilizado
la producción nacional en sus tres rubros más importantes, se le cierra la puerta
a un sector moderno como los servicios y el desarrollo de software, por
ejemplo, a quien se le niega el tratamiento de exportación, con lo cual sería
más competitivo internacionalmente.
Queda mucho por hablar de
otras trampas, como un gasto publico insostenible con un Estado que gasta más
en sueldos que los impuestos que recauda, o las empresas públicas, creadas entre
el 2006 y el 2019, las cuales en su casi totalidad dan perdidas. Si las
decisiones se siguen tomando con las mismas trabas ideológicas de las gestiones
de Morales, el desarrollo de Bolivia estará cada vez más lejos.
* Ha sido senador y ministro
de economía
Publicado originalmente en El Deber, Pagina Siete y el País, el 2/02/2021
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