CARTA DEMOCRATICA INTERAMERICANA, 20 AÑOS
CARTA DEMOCRATICA INTERAMERICANA,
20 AÑOS
Oscar
Ortiz Antelo*
El 11
de septiembre de 2001, el mismo día del atentado a las Torres Gemelas en Nueva
York, la Asamblea General de la OEA aprobó en Lima la Carta Democrática
Interamericana, la cual significó un avance sustancial en el compromiso de los
países del continente americano con la democracia representativa como la única
forma de gobierno aceptable en la región. A veinte años de su vigencia, es de
fundamental importancia continuar avanzando en el desarrollo de los
instrumentos para fortalecer la democracia en el contexto regional,
defendiéndola especialmente de nuevas amenazas y autoritarismos.
Aunque
este compromiso con la democracia parezca obvio, en realidad cuando se aprobó
la Carta Democrática Interamericana, para la gran mayoría de los países
latinoamericanos, las dictaduras militares habían sido una forma de gobierno
muy frecuente durante el siglo XX. Iniciando este nuevo milenio, en el Perú se
acababa de superar el periodo de Alberto Fujimori, quien después de haber sido
electo democráticamente, se convierte en dictador mediante un golpe al Congreso
con el apoyo militar, lo que ya demostraba que los populismos podrían
reemplazar a los clásicos golpes militares, en cuanto amenazas a la democracia.
Frente
a la inmensa creatividad latinoamericana y su realismo mágico para camuflar
autoritarismo con supuestas nuevas formas de democracia, la Carta Democrática
define con claridad qué significa una democracia representativa, la cual debe
tener como como elementos esenciales el respeto a los derechos humanos y
libertades fundamentales, el acceso al poder y su ejercicio de acuerdo al
Estado de Derecho, la celebración de elecciones libres, justas y basados en el
sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo, el
régimen plural de partidos y organizaciones políticas y la separación e
independencia de poderes públicos (artículo 3).
Como
se puede apreciar por esta definición, la democracia es mucho más que la
realización de elecciones, a la cual quieren reducirlas lideres populistas que
han logrado la capacidad de ganar los comicios, pero no quieren sujetarse al
Estado de Derecho, que tiene por objeto principal, el garantizar la vigencia de
los pesos y contrapesos que caracterizan a una democracia verdadera, limitando
el poder de los gobernantes y garantizando la alternancia en el ejercicio del
poder.
Por
ello, la reciente aprobación de la Opinión Consultiva de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos que limita a solo dos periodos consecutivos
la reelección presidencial se convierte en el mejor y mayor avance de los
últimos años que se ha podido desarrollar con relación al fortalecimiento
democrático en la región latinoamericana.
No
obstante, hoy la democracia retrocede en muchos países, frente a nuevas formas
de autoritarismo, lo que señala que la Carta Democrática y los instrumentos
establecidos para su puesta en vigencia son aún insuficientes para proteger el
derecho de los pueblos de América a vivir en verdaderas democracias.
Esto
se debe a que cuando se redactó la Carta Democrática la principal amenaza que
se procuraba prevenir era la de los golpes de estado de las fuerzas armadas. Si
bien, en ese momento se tenía el antecedente de Fujimori, no se podía prever
los golpes a la democracia que se darían en los años siguientes desde los
propios gobiernos electos, como por ejemplo cuando el Ejecutivo no respeta la
independencia de los órganos legislativo, judicial y electoral.
Al
sujetar la representación de los Estado a los gobiernos, mediante las
cancillerías, la OEA deja desprotegidos a los otros poderes públicos y la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos tampoco ha brindado una protección efectiva
a la sociedad civil frente a los abusos de gobiernos electos, afectando la
protección a las minorías que debe caracterizar a una democracia plena.
20
años después de la aprobación de la Carta Democrática Interamericana, la
consolidación de la democracia en Latinoamérica es una tarea inconclusa y con
tendencia al deterioro, causa por lo que se debe trabajar mucho aún.
*Ha
sido presidente del Senado y ministro de economía.
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