DE LA OBRA AL SERVICIO PUBLICO
DE
LA OBRA AL SERVICIO PUBLICO
Oscar Ortiz Antelo*
Nuestro bajo nivel de
desarrollo y las carencias básicas que sufre la mayor parte de la población
boliviana, han orientado la gestión estatal a la construcción de obras
públicas, desde calles hasta carreteras nacionales, desde postas de salud hasta
hospitales de ¨cuarto nivel¨, por ejemplo. Sin embargo, el nivel de desarrollo
de una sociedad y de un país, no se alcanza sólo con obras de infraestructura
física sino con servicios públicos de calidad, con cobertura para quienes no
pueden acceder a ellos y con un principio de subsidiariedad para fortalecer el
sistema mediante la complementariedad con el sector privado.
El gran desafío que tenemos
por delante es pasar de la obra pública al servicio público. Servicios públicos
como la salud, la educación, la seguridad ciudadana, la administración de la
justicia, registros públicos que garanticen los derechos propietarios de los
ciudadanos o el acceso a información publica veraz y oportuna, son
indispensables para el progreso social y económico de una nación y
fundamentales para el bienestar y prosperidad de los ciudadanos.
El gran problema es que, en
los países subdesarrollados como el nuestro, con tantas carencias y necesidades
reales de infraestructura básica, las obras se convierten en el camino no solo
más fácil sino más práctico para mantener los niveles de apoyo publico con el
cual una autoridad electa busque su reelección. Existe un incentivo muy fuerte
para que las autoridades, ya sean alcaldes, gobernadores o presidentes,
concentren su gestión y los recursos a su cargo, incluidas las deudas que
contraen, en distintas obras que puedan permitirles pasarse los días en actos
públicos de inicio de obras, visitas de inspección y sucesivas inauguraciones.
Algunas requieren semanas, otras meses o años, pero en todo caso siempre se
buscará que se concluyan antes de la siguiente elección.
Es lo que vivimos durante
las tres gestiones en las que Evo Morales presidió el país. A pesar de que
dispuso de la mayor cantidad de recursos que haya administrado cualquier
presidente durante la historia nacional, los servicios públicos no mejoraron,
ni siquiera aquellos que, como la salud y la educación, reflejan con mayor
crudeza la pobreza que sufre una parte muy importante de la sociedad.
Por ello, la mayor cantidad
de las obras construidas durante su gobierno, corresponden a canchas, coliseos,
estadios y sedes sindicales. Son proyectos que se pueden ejecutar y entregar en
pocos meses. No se puede desconocer que también se construyeron carreteras,
aunque no se preocuparon por el mantenimiento, que se construyeron escuelas,
pero no se preocuparon por mejorar la calidad de la educación impartida y que
se construyeron hospitales, pero nunca se preocuparon por la formación de los
especialistas que tendrían que atenderlos o por su funcionamiento. Su prioridad
no era el desarrollo sino la popularidad que podría generar la entrega de la
obra y la propaganda alrededor de ella.
Por el contrario, un
servicio público no solo demora años sino también décadas en lograr el nivel de
calidad y cobertura que se requiere. La educación, por ejemplo, quizás demore
20 años de reformas para poder formar una nueva generación con estándares
internacionales. Mejorar la salud, seguramente no demorará menos y tampoco la
justicia. Ningún gobierno, en una democracia presidencialista, puede durar
tanto tiempo, por lo que los logros en estas materias son una construcción
compartida de sucesivas gestiones. El problema es que así, si ninguno comienza
el camino y los otros le dan continuidad, jamás alcanzaremos la meta. Es la
triste historia de nuestro subdesarrollo.
Por eso Churchill decía que
¨El político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas
generaciones y no en las próximas elecciones¨. Sin embargo, dependerá de los
ciudadanos que también exijamos servicios y no solo obras a los candidatos y a
los gobernantes.
* Ha sido senador y ministro
de economía
Publicado originalmente el 9 de febrero de 2021 en El Deber, Los Tiempos, El País,
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