POBRES POR DECISION PROPIA
POBRES
POR DECISION PROPIA
Oscar Ortiz Antelo*
Explica Mario Vargas Llosa
(Los dos modelos) que por primera vez en la historia de la humanidad los países
pueden elegir entre ser pobres o prósperos. Antes, la prosperidad de una nación
dependía de los recursos que disponía, de su situación geográfica y de su
fuerza militar. Sin embargo, hoy ya se conocen las políticas que crean empleo y
desarrollan a un país, así como también se conocen los modelos económicos que
los empobrecen y los atrapan en el atraso.
Para fundamentar su visión,
Vargas Llosa compara las trayectorias de Alemania y de Venezuela. Alemania se convirtió
en una nación que, después de haber quedado destruida por la segunda guerra
mundial, lleva más de 70 años de progreso ininterrumpido, transformando a su
pueblo en uno de los más prósperos y avanzados del mundo. La receta, Alemania
eligió ser prospera, mediante el estimulo de la empresa privada, la libre
competencia y el ahorro, además de una democracia basada en un estricto respeto
del estado de derecho.
Venezuela, por su parte, el
país con mayores reservas de petróleo del mundo, hoy tiene a su pueblo sumido
en la miseria, sufriendo hambre y emigrando, huyendo de su país en las
condiciones más difíciles, como ya lo han hecho más de cinco millones de
venezolanos. Que pasó, eligieron a Hugo Chavez, quien impuso el llamado
Socialismo del Siglo XXI, y a pesar de que sus ingresos se multiplicaron por un
petróleo con precios superiores a los 100 dólares durante más de una década, la
mezcla de populismo, autoritarismo y socialismo, que cautiva recurrentemente a
los latinoamericanos, demostró que es capaz de destruir hasta las economías más
ricas.
Porqué es tan difícil seguir
el modelo alemán, se pregunta el premio nobel. La corrupción, se responde, hace
imposible establecer una economía de mercado que funcione de verdad y permita
que la competencia, seria y genuina, genere prosperidad para la población. Lo
dice tajantemente, para que el modelo del progreso tenga éxito es necesario
reducir la corrupción a su mínima expresión y crear una verdadera igualdad de
oportunidades, que solo puede alcanzarse con un sistema de educación publica de
altísimo nivel que asegure a cada generación un punto de partida uniforme. La
otra razón, es la batalla cultural, por la cual, a pesar de que el capitalismo
ha probado ser el modelo económico que ha llevado a la humanidad a unos niveles
de reducción de la pobreza desconocidos en la historia universal, se ha vuelto
una mala palabra, mientras que los experimentos estatistas enamoran a nuestros pueblos,
aunque fracasan reiteradamente.
No puedo dejar de pensar en
nuestra patria boliviana mientras leo estas reflexiones. Estamos convencidos
que somos ricos, pero vivimos en la pobreza por culpa de los otros. Desde niños
nos inculcan que los extranjeros, los colonizadores, los imperialistas, las
transnacionales, se llevaron nuestra riqueza. Nunca nos preguntamos, qué parte
de la responsabilidad tenemos nosotros. Obviamente, que ha habido abusos y no
se tienen que repetir, pero si las nuevas generaciones queremos cambiar el país
y proyectarlo hacía el desarrollo, no podemos seguir con el lamento permanente
sin preguntarnos qué vamos a hacer nosotros por nosotros mismos. Por ejemplo,
Evo Morales gobernó 14 años y administró más de trescientos mil millones de
dólares, y no avanzamos. Las exportaciones declinan, la producción está
frenada, las reservas internacionales se caen y la inversión privada es una
especie en extinción. En el sector social, la salud y la educación siguen
siendo servicios públicos muy deficientes y el sector público tiene un gran
déficit por las empresas públicas creadas por Morales.
Peor aún, quien fuera el
ministro de economía que acompañó el mayor despilfarro de recursos de la
historia nacional, ganó las elecciones y nos gobernará con el mismo modelo que
ya fracasó. No hay duda, somos pobres por decisión propia.
*Ha sido presidente del
Senado y ministro de economía.
** Publicado originalmente el 16/02/2021 en Pagina Siete y Los Tiempos.
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